domingo, 24 de noviembre de 2013

La culpa es tuya






Se lo he contado todo, todo lo que he sido capaz. Me da vergüenza permitir esta situación. Pero ya lo he contado y sabía que si lo hacía, era capaz de dar fin a mi pesadilla.

Yo,  una chica moderna a punto de salir a estudiar fuera al extranjero y comenzar después mis estudios universitarios. ¿Por qué he dejado que me pegue?¿Será que lo merezco?¿Y si no le hubiera llevado la contraria?
Marilú me ha dicho muy segura “me hablas como una mujer maltratada” Me he asustado.
¿Mujer? ¿Maltratada? ¡Pero si todavía no tengo ni los dieciocho años!

Tengo miedo, mucho miedo ¿y ahora qué?
Lo de anoche fue muy duro.
¿Por qué me dijo que yo para él nunca me pongo guapa ni me peino así? Eso no es verdad, pero tiene que entender mi cena de graduación es importante para mí. No todos los días se acaba de estudiar bachillerato, ni se hace selectividad.

Yo me di cuenta de que no se había quedado muy conforme con el vestido que me iba a poner. Lo que nunca imaginé es que aparecería por allí, en el patio del instituto, mientras cenaba con mis compañeros.
Me agarró del brazo muy fuerte y no quise que nadie le viera tan nervioso. Entonces me empujó dentro de la sala de profesores. Me gritó, me zarandeó y yo no quería que nadie viera eso. Él siempre se arrepiente luego.

Vámonos, le dije. Y no me despedí de nadie.
Iba muy rápido en la moto y se saltó todos los semáforos del camino. Como una ruleta rusa. Menos mal que era muy tarde y no pasaba ningún coche.
Le preguntó dónde íbamos. Me dijo que al monte, a matarme.

Lloré, me angustié ¿Qué podía hacer?
Tengo frío, le dije aterrorizada. Necesitaba que parara y se calmara, como ya había hecho otras veces. Aunque esta ocasión era diferente.

Paró, teníamos una mantita en el sillón de la moto. Parecía que había entrado en razón. Pero yo no podía arriesgar.

Y salí a correr. Mi vestido morado, mis tacones y yo gritando auxilio en medio de una avenida sin testigos.

Él me alcanzó pronto. Me obligó a subirme con él. No tenía salida. Podría haber sido el final.
Pero le sentí más calmado y le abracé. Tenía que intentar que volviese en sí. El en realidad no es malo. Tiene problemas psicológicos. Necesita ayuda.

Llegamos a mi casa y deseaba que se marchara con todas mis fuerzas. Pero no. Entró en mi habitación y comenzó a tocarme mientras mis padres dormían. Me lastimaba. Y no podía gritar, si lo hacía acabaría con ellos. Eso me dijo. Luego se fue.

Ahora se lo he contado a mi mejor amiga. Ella no me va a dejar volver con él. Me ayudará. Se acabó.

Cuando hablamos de maltrato nuestra imaginación pone en pie argumentos de adultos pero, a pesar de la sociedad “avanzada” en la que vivimos, hay muchas adolescentes que soportan palizas, insultos, celos enfermizos y otras atrocidades de las que siempre “tienen la culpa”.

Regla María Gómez Tejada

jueves, 5 de septiembre de 2013

La vida, la muerte, lo absurdo

Es absurdo que te pida que saques tus armas para luchar si sé que esta guerra está perdida.

Igual de absurdo que buscar reglarate paz a través de un abrazo si veo el pánico en tu mirada.

Yo quería corresponder aquella ocasión absurda en la que yo sentí miedo de niña la primera vez que vi un conflicto en las noticias y me tranquilizaste con la versión para niños y fantaseando con entrar en los supermercados para coger lo que quisiera si la guerra llegaba a  España.

Qué absurdo es contar todo esto. Qué dolorosos pueden llegar a ser los recuerdos de una infancia feliz.

Y ahora ya no eres dueña de tu destino, no hay horizonte, sólo cáncer. Para esto no tengo una versión positiva que mejore la realidad que ni siquiera sabes. No existe.

Sería más fácil si tuviésemos fecha de caducidad como los yogures, para estar preparados llegado el momento. La muerte nos asusta para arrancarnos nuestra versión más cobardica.

Vida, eres absurda y no me apetece entenderte hoy (ni nunca). Voy a vivirte mejor

miércoles, 10 de julio de 2013

¿Crees en la magia?

Mi padre pone todos los años una hucha para ahorrar y comprar los regalos de Navidad de Lola. Recuerdo que un año, cuando apenas tenía cuatro, le contamos que los Reyes Magos se habían pasado a recoger el dinero y que nos tuvieron que despertar para que le ayudásemos a abrir la lata.

Sus ojos se hicieron grandes, más aún detrás de sus gafitas rosas, su respiración profunda y su sonrisa gigante. Su inocencia dijo: ¡Pero si los reyes tienen magia! Y mi padre contestó ¡Pero no tienen abridor! Todos reímos. Mucho.

Lo que hoy quiero contarte es que la magia es real y no va en una chistera. La magia no te la deja Baltasar envuelta en papel de regalo; va unida a momentos cotidianos llenos de ilusión, de sonrisas, de complicidad, de actitud y sobre todo de ser conscientes de que hay que crearla y que es muy sencillo.


Lleva tu mano a su mejilla, cierra los ojos y dale un beso. Luego mírale, sonríe y abrázale centrándote en lo que estás haciendo. Se dicen muchas cosas sin mediar palabra. Y alrededor de todo eso comprobarás que funciona. La magia existe. 

Regla María Gómez Tejada

martes, 4 de junio de 2013

La vida es dulce...para quien tiene azúcar


Llego. Apago el motor y dejo el contacto con la música puesta. Busco su número en la agenda y le doy una perdida.

Como cada semana le veo venir a lo lejos del pasillo de barrio de extrarradio. Paso lento, sin destino, hombros derrotados y mirada al suelo.

Le doy un abrazo y dos besos. El contacto físico es una inyección para combatir la situación. Quiero saber cómo está. Me cuenta que lleva toda la tarde jugando al videojuego. Los días pasan sin más.

Es el momento de sacar las bolsas de alimentos del coche, que coge con cierta vergüenza. Me da las gracias y me dice que me quiere. Se va. Ahora se hace pequeño.

- ¡Titi! (le grito)
- Se vuelve y me mira)
- ¡La vida es dulce!
 Para quien tiene azúcar (me dice)

Entonces prefiero no contestar. Se me acumulan sentimientos contradictorios. Por un lado debilidad por la cara humana de esta crisis monstruosa. Por el otro mi instinto de lucha por el cambio ¿Y si invirtiera su tiempo en vivir su vida y no la de Tom Rider y sortear sus obstáculos y no los de la ficción? Tal vez encontraría su camino.  ¿Soy cruel si pienso así?

Para la próxima voy a llevar una caña. Quizás enseñarle a pescar es mejor opción que la compasión.

jueves, 21 de marzo de 2013

Penúltimo pensamiento del día. Adorando lo cotidiano

Ganas de comenzar la mañana, desayuno con risas, demostraciones de compañerismo, almorzar espaguetis y croquetas caseras de mi madre respondiendo a sus preguntas indiscretas, querer mucho a mi prima, un whatsappito de mi hermano, decir te quiero, Noa durmiendo siesta con un trozo de lengua fuera, vocabulario surfero y acortar las distancias contigo. Momentos y no cosas que se lleva este día que casi acaba ya. 
Porque lo que cuentan son los instantes, así que cada día soy feliz muchas veces. 
Regla María Gómez Tejada