domingo, 5 de junio de 2011

Retales: extender el abrazo





Cada institución padece fragmentaciones minúsculas; cada partido político está repartido en personalismos aislados; el abrazo parece ser una debilidad constitucional, mientras se consumen ediciones del opúsculo El caballero de la armadura oxidada, caso social único en el planeta, que llegó a tener hasta editoriales en importantes periódicos para referirse al "bloqueo afectivo" propio de ciertos guerreros ejecutivos.

Ello expresa con elocuencia la dinámica cotidiana de nuestras corazas afectivas: dificultades emocionales de unidad, que actúan en un pantano gradual e implacable de oxidación colectiva y que tendemos a justificar con explicaciones teóricas o ideológicas nada tranquilizantes.

No se trata aquí de fomentar el abrazo constrictor del oso ni del propio de la implacable y posesiva anaconda. "Abrazos y besos no rompen huesos", dice la sabiduría del refranero.

Se ha difundido la historia de dos mellizas que al nacer fueron colocadas en sendas incubadoras. Una de ellas estaba desahuciada; carecía de esperanza de vida por complicaciones cardiacas graves.

La jefa de enfermería, intrépida, adoptó una iniciativa que se oponía a las normas hospitalarias establecidas. Se enfrentó, decidida, a todas las opiniones del equipo sanitario al proponer con insistencia que colocasen juntas a las hermanas. Cuando consiguió que compartiesen el mismo espacio, la criatura que estaba bien de salud abrazó de inmediato a la vecina enferma y con el calor de su cuerpo llegó a regular la temperatura y el pulso del cuerpecito debilitado hasta restablecerle el ritmo cardíaco de manera natural.

En el hueco que hacen nuestros brazos entrelazados, podemos colocar, con vuelo imaginativo, a la persona que más nos gustaría abrazar.

En el País de las Maravillas, Alicia dice: "Abrazados por el amor, no se envejece".

Tal vez no exista, hoy día, otra tarea institucional más importante que contribuir con todas las programaciones y las metodologías a favorecer la integración local, a mejorar la calidad de las interacciones individuales y grupales, a promover la unidad armoniosa y lábil de la salud social, a desarrollar una visión positiva de los conflictos. Es decir, a extender el abrazo, grande y generoso, como hacen los dioses amigos.

Enrique Mariscal. Cuentos para regalar a personas especiales


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